lunes, 13 de septiembre de 2010

ABUE CIERRA EL BLOG

A mi el cuento de Abue me gustó. Pero Lucio dijo que era muy largo. Abue dijo que otro día iba a contar uno bien cortito, pero no en este Blog.
-¿Porqué?- dijimos juntos Lucio y yo (aunque por supuesto a mi, nadie me escucha)
- Porque Bety ahora está muy bien ubicada, tiene muchos amigos nuevos y crece cada día más bonita. Ya no necesita un Blog que la aliente.
- Miren las fotos de Bety actualmente- dijo Abue




- Por lo tanto queridos amigos, nos veremos en otro blog a la brevedad.
 !HASTA SIEMPRE!
LUCIO, BETY Y ABUE.
CHAU!!!

BATALLA FINAL

Lucio y Pupy volvieron a su escondite detrás del helecho, pero Miguelito estaba muy furioso y apuntó su llamarada de fuego directamente al helecho. Este quedó totalmente chamuscado.
¡Ohh...! Lucio y Pupy estaban a la vista, y fueron descubiertos instantáneamente, tanto por los bandidos, como por Miguelito.
- ¿Qué hacen estos aquí?- rugió el Capitán Juárez.
- ¡¡¡Atrápenlos!!!- ordenó furioso
Pupy logró salir corriendo a toda prisa, pero Lucio no tuvo la misma suerte y lo tomaron prisionero. Fue amarrado a otro árbol, junto a los demás.
A todo esto, los hombres de Otto, estaban preparados para atacar. Les causaba un poquito de miedo el feroz Miguelito. Los piratas, estaban acostumbrados a pelear contra otros piratas, pero este monstruo era otra cosa.
Pupy, estaba muy enojada. Habían capturado a su amigo Lucio. Por eso, sin pensar en las consecuencias, se lanzó sobre Miguelito ladrándole con todas sus fuerzas.
Corría y ladraba simultáneamente, girando siempre alrededor de Miguelito. Este la quería atrapar pegando grandes tarascones con su bocaza. Pero Pupy lo hacía girar como un trompo, ya que ella, era mucho más ágil.
El pobre monstruo hambriento y débil, comenzó a sentir que se mareaba con tanta vuelta y de pronto: ¡Paff!... cayó al suelo. Estaba fuera de combate.
El capitán Otto aprovechó que Pupy tenía tan ocupado a Miguelito que ordenó:
-¡¡Ahoraaaa, al ataqueeee!!
Se lanzaron con furia sobre los piratas de Juárez y luchaban cuerpo a cuerpo con sus espadas.
Luego de una pelea larga y cruenta, el Capitán Otto y sus hombres, lograron capturar a todos los malhechores.
Liberaron a los prisioneros de sus ataduras.
La niña, no había perdido detalle de los sucesos. Se acercó a Pupy y abrazándola le dijo:
- Linda perrita, gracias por salvarnos. Te debemos la vida.
El Sr. Pérez, uno de los prisioneros, agradeció emocionado al Capitán Otto y a sus tripulantes por socorrerlos.
Más tranquilos, recuperaron el cofre con las joyas y el dinero.
Contaron al Capitán Otto y a sus hombres, que en realidad necesitaban un barco para trasladar materiales de construcción. Explicaron que estaban dispuestos a pagar buenos sueldos.
Ellos estaban  encargados de construir casas, en un pueblo que tenía muchas necesidades. Por eso uno preguntó:
- ¿Ustedes no saben de un barco honesto que quiera hacer este trabajo? - No como el del Capitán Juárez, que nos engañó vilmente.
El Capitán Otto miró a su Contramaestre y a sus hombres. Estos con la mirada y el gesto le pidieron por favor que acepte... Finalmente respondió en nombre de toda la tripulación:
- Sr. Pérez, nosotros podemos hacer ese trabajo – Ser pirata ya no rinde. Pero primero tenemos que devolver a Miguelito a su lugar.
- ¿Y cuál es su lugar? - Preguntó la niña, mientras acariciaba a Pupy

- Este monstruo no es tan malo como parece - respondió Lucio. Es que hace muchos días que no come y está enfurecido por el hambre. Es un monstruo marino que vive en el agua y se alimenta de peces y algas. No molesta a nadie; los marineros de estos mares  lo conocen. Ahora mismo, le dimos de comer y se calmó.
Todo volvió a la normalidad. Los piratas bandidos fueron enviados a la cárcel.
El barco del Capitán Otto, ahora transportaba materiales de construcción y últimamente, como se había terminado de construir una biblioteca nueva, también llevaban cajas con libros. En los viajes, Lucio, seguía cocinando para la tripulación y Pupy siempre iba con ellos en el barco.
Los marineros estaban contentos con su nuevo trabajo; a fin de mes cobraban un buen sueldo. Nadie quería volver a ser pirata.
¡Ah! Miguelito, volvió al mar y según contaban los marineros cuando pasaban por su morada, se lo veía jugando muy feliz en compañía de una encantadora monstruita.




- ¡¡ILucio, Lucio!!.- lo sacudió su madre. Pero hijo, te quedaste dormido en la bañera.
- Vamos. Secate con el toallón y a la cama- dijo su mamá mientras lo abrazó y le estampó en su mejilla el besito de las buenas noches
Cuando Lucio llegó a su cama, Pupy hacia rato que dormía profundamente. Estirada sus cuatro patitas sobre un confortable almohadón.
- Ahh... todo era un sueño. Pero qué lindo, si hasta parecía verdad. Con sueños así no me voy a aburrir en estas vacaciones...
      FIN.

sábado, 11 de septiembre de 2010

POR FIN ALGO DE ACCIÓN!!

Volvió corriendo hasta donde estaban sus compañeros de barco.
Cuando llegó, los tripulantes, aún dormían profundamente.
Se acercó a Atilio; ladraba y mordisqueaba su pantalón, lamía su cara, pero nada, Atilio se daba vuelta y roncaba más fuerte.


Fue hasta donde estaba Lucio. Le quitó con los dientes una de sus botas y comenzó a lamerle la planta del pie. Lucio que tenía muchas cosquillas, reía dormido. Tanta, pero tanta era la cosquilla, que finalmente despertó.
- ¿Qué te pasa Pupy, por qué me hacés cosquillas?- Entonces la perrita empezó a ladrar y hacer señas para que la siga. Pero el pobre Lucio no entendía nada, solo quería volver a su siesta. Desesperada, Pupy mordía y tiraba del pantalón, hasta que finalmente, Lucio dijo:
- Bueno, está bien. ¿A dónde vas a llevarme? Vamos.
Corrió detrás de Pupy y llegaron hasta el gran helecho. Lucio miró y entendió el porqué de la desesperación de la perrita.
La situación había empeorado, porque Miguelito se encontraba fuera de la jaula, amarrado con una frágil cadena y se acercaba peligrosamente a los prisioneros. El, quería comer. Diez días en ayuno, era demasiado hasta para un monstruo. Nunca lo habían tratado tan mal... se iba a quejar al sindicato de los monstruos.
Lucio sabía que solos no podrían contra el Capitán Juárez, sus hombres y por si fuera poco, el hambriento Miguelito.
-Vamos Pupy. Tenemos que despertar al Capitán Otto y a toda la tripulación, para que nos ayuden- dijo a la perra
De nuevo a gran velocidad, corrieron hasta la otra punta de la isla, donde la tripulación, seguía durmiendo cómo si nada.
Lucio, sacudió fuertemente al Capitán Otto, mientras gritaba:
- ¡¡¡Capitán, Capitán... despierte¡¡¡ ¡¡Tenemos una emergencia!!
- Hay un grupo de gente que está punto de ser devorada por un monstruo gigante y hambriento, que lanza llamas – dijo agitado.
Los marineros con tanto alboroto, despertaron. Entonces, Otto les ordenó:
- ¡¡¡A las armas mis valientes!!!. Pero, Shhh.... en silencio, tenemos que sorprenderlos...
En fila india se fueron acercando sigilosamente hasta donde estaban los bandidos, los prisioneros y Miguelito.
El capitán dió orden de rodearlos sin hacer ruido, los iban a tomar por sorpresa.
- Por fin algo de acción- gruñó contento.
                      
                                 CONTINUARÁ

viernes, 10 de septiembre de 2010

¿QUIÉN ES MIGUELITO?

Algunos marineros se dedicaron a juntar cocos, frutas silvestres y agua dulce para almacenar en las bodegas del barco; por lo menos iban a tener provisiones por un buen tiempo... Otros, se pusieron a pescar. Prepararon un gran fuego para azar los pescados. ¡¡Qué bien almorzaron ese día!!
Luego, tanto el capitán como los tripulantes, se echaron a dormir una siesta bajo las palmeras.
Pupy no dormía, ella se dedicó a recorrer la isla. Anduvo y anduvo.  Tanto, que llegó al otro extremo de la isla. Pero, ¡Oh!, ¡Que sorpresa! Allí había otro barco anclado a la orilla. Era más grande y mucho más feo que el barco del Capitán Otto.
Notó algo extraño. Los marineros de esa embarcación, estaban amarrando con sogas a varias personas; parecían prisioneros. Los ataban a los troncos de las palmeras.
Eran 4 personas: dos hombres, una mujer y una niña de unos seis años. La niña lloraba desconsoladamente y pedía por su mamá.
El que parecía jefe de esta banda de malhechores, gritó:
- ¡Hagan callar a esa niña! – No soporto llantos.
Este capitán presentaba un aspecto terrorífico. En un brazo en lugar de mano salía un garfio. Además tenía una pata de palo.


- Ustedes señores, me van a entregar el tesoro – amenazó apuntando con su garfio.


Estos llevaban un cofre enorme con billetes y joyas preciosas.
Uno de ellos rogaba:
- Capitán Juárez, - así se llamaba el Capitán de este barco.
 Por favor no robe el cofre. Lo necesitamos, es importante para nuestro país- dijo el otro. Esas joyas son para construir escuelas y casas para familias muy pobres. Nos costó tanto conseguir ese dinero y las joyas...


- Hay mucha gente que nos está esperando
- agregó la mujer.
- ¡No me importa para quién es! Ahora, es para mí y mis piratas - gritó el Capitán Juárez. Me lo dan por las buenas o Miguelito se hará cargo de ustedes; para eso hace 10 días que no le doy de comer... Je, je... ¡¡¡Está hambriento!!!
Desde una enorme jaula, se escuchó un rugido.


Pupy miró a Miguelito y se puso a temblar. Era un monstruo muy feo, enorme; de su boca gigante salía fuego cada vez que rugía. Parecía hambriento y se veía muy, pero muy furioso.

La niña lo miraba y lloraba más fuerte.
Pupy , espíaba la escena, escondida detrás de un gran helecho. Este, por suerte, lograba taparla por completo.

jueves, 9 de septiembre de 2010

!TIERRA A LA VISTA!

La tripulación tenía una buena convivencia, pero últimamente, nadie aguantaba el malhumor del Capitán Otto. Gritaba por cualquier cosa y sobre todo a Pupy:
- ¡Uno de estos días tiro esta perra al mar!
Se enojaba con Lucio el cocinero, con los marineros... ¡Esto no daba para más!

En tanto Lucio, servía la comida a los marineros, comentaba:
- Tenemos que encontrarle trabajo al Capitán. Está muy nervioso, reta a Pupy por cualquier tontería y a nosotros también...
- Pero ¿qué culpa tenemos si no aparece ningún barco para piratear?- preguntó un marinero.
- Bueno, veamos si se nos ocurre alguna idea- respondió otro.
En el comedor del barco, Lucio y los marineros discutían estos temas.
Mientras tanto en el camarote del Capitán, conversaban intranquilos, Otto y el Contramaestre:
- Nos estamos fundiendo - dijo, el Capitán Otto.
- Va a aparecer algo, Capitán. No se ponga nervioso.- tranquilizaba Atilio al inquieto Capitán
- ¡¡Cómo no me voy a poner nervioso!! Casi no nos quedan provisiones. Si seguimos así, dentro dos días tendremos un motín a bordo. Estamos racionando la comida y el agua.
Atilio se quedó pensativo, preocupado...El Capitán tenía razón. El hambre y la falta de agua dulce, iban a acorralar a la tripulación…
En eso, escucharon un grito. Se asomaron a cubierta y el grito era del vigía:
- ¡¡¡Tierra a la vista!!! ¡¡¡Tierra a la vista!!!


La tripulación completa salió a cubierta. A lo lejos, se veía un pedazo de tierra en medio del mar. Hacia allí se dirigieron a toda vela.
Desembarcaron en una pequeña bahía. Se trataba de una isla llena de palmeras, plantas exóticas, pájaros de todo tipo y parecía desierta. Las playas eran hermosas, de arena casi blanca. El mar transparente de la orilla, permitía ver el fondo.

Había peces de colores, rayas, estrellas de mar y unos caracoles color naranja, qué arrastraban lentamente su caparazón por la arena.
Hacía tantos meses que los marineros no bajaban a tierra, que se abalanzaron apretándose unos contra otros, hasta pisar la playa.
Pupy saltaba y corría, alegre de estar en tierra firme. Perseguía a los pájaros; ladraba a las gaviotas; jugaba feliz.

                                            CONTINUARÁ

miércoles, 8 de septiembre de 2010

EL CAPITAN OTTO Y SU BARCO

El Capitán, Otto, iba muy preocupado. Miraba con un catalejo a ver si divisaba algo. Es que llevaban muchos días sin cruzarse con otro barco. Él y su tripulación trabajaban de “piratas” y para eso necesitaban encontrar barcos: asaltarlos, robarles el cargamento, las joyas y algunas cositas más.


Pero el trabajo venía muy flojo ¿Qué pasaba? ¿Dónde estaban esos barcos cargados de joyas valiosas?
-¡¡Maldición!! - pensaba el Capitán Otto. Desde que aparecieron esas benditas máquinas que llaman aviones, ya nadie quiere viajar en barco. Todo el mundo está apurado... ¿A dónde van con tanto apuro?
- ¡¡ Ahh...!! - ¡Cómo extraño las viejas épocas! ¡Qué linda era una lucha entre piratas, cuerpo a cuerpo, con espadas y saltando sobre las cuerdas!...- refunfuñaba por dentro.


El Capitán Otto estaba muy enojado y un poquito triste, también.
El Contramaestre, Atilio, era un hombre bonachón y muy querido por la tripulación; era el dueño de Pupy, una hermosa perrita de pelo enrulado.
Pupy hacía mucho tiempo que viajaba con los piratas. Compartía penas y alegrías y a veces, hasta el hambre.

Lucio, el cocinero del barco, adoraba a Pupy. Por eso, cuando lograba cocinar algo con carne, reservaba los mejores huesitos para ella. La perrita a cambio no dejaba entrar ningún ratón, a la cocina. Si veía uno, le ladraba tanto, que el pobre ratón prefería tirarse de cabeza al mar, antes que soportar el enojo de Pupy.



CONTINUARÁ

martes, 7 de septiembre de 2010

Mario, el Pintor de cuadros.

Pero había un lugar del parque, donde Lucio  paraba un buen rato. Era delante del caballete de un artista plástico.
Mario, pintor de cuadros, era uno de los visitantes fijos del parque. Concurría todos los días; colocaba la tela que estaba pintando, sobre el caballete y mezclaba colores en una gran paleta. Para eso utilizaba diversos pinceles y ahí se quedaba pintando, hasta que caía el sol. Sus cuadros eran bonitos y muy reales.


Lucio miraba fascinado, pero Pupy, se aburría; empezaba a ladrar y a morderle el tobillo. No paraba hasta  conseguír que Lucio a retomara el paseo en Bicicleta.


Pero esa tarde, Mario estaba pintando un mar embravecido donde un barco flotaba en medio de una terrible tormenta. Lucio bajó de su bicicleta y se puso a mirar fijamente la escena que se desarrollaba en la tela.
- ¿Qué clase de barco es ese, Mario?- preguntó 
- Ahh... este es un barco de piratas.
- Bueno, pero los piratas no existen.
- ¡Como no! Si existen- responde riendo Mario. Este barco va lleno de piratas y están buscando acción. El capitán mira con su catalejo para ver si puede abordar otra embarcación.
Mientras Lucio y Mario conversaban, Pupy se puso a ladrar a otro perro que pasaba. Estaba enfurecida y tiraba tan fuerte de la correa, que arrastraba a Lucio.
- Hasta luego, Mario – se despidió, siendo llevado a la fuerza por la perrita.

Dieron varias vueltas más al parque y finalmente volvieron a casa.
Lucio estaba cansadísimo. Su mamá le dijo mientras cenaban:
- Lucio, hoy corriste mucho. Preparé la bañera con agua calentita. Te das un baño y después a la cama.
Cuando Lucio entró a la bañera, observó que había muchas olas y entre medio de la bruma, un barco pirata.
Se dispuso a navegar por el ancho mar, sin rumbo fijo.

                                                          CONTINUARÁ